Mapas de la Alteridad- 2012

2012 /2014 - Viena/ Lisboa /Madrid
Mapas de la alteridad
"Todo es presencia, todos los siglos son este presente." .Octavio Paz
¿Qué poder o importancia tiene mirar un mapa a través de la impresión de un artista? Es el poder de reconocernos y de pertenecernos como seres humanos, de reconocer la otredad como una fuerza unificadora y no de zozobra. Al menos así lo demuestra la obra de Irene Dubrovsly que, a través del tejido, ha logrado tramar una sugestiva relación entre la mirada y la imagen: la realidad y significación del arte y del mundo mismo.
A partir de elementos formales y tecnológicos como la plataforma de Google Earth o los mapas de conexiones áreas, la artista logra una dualidad ecléctica que conlleva a un estado espiritual y racional posibilitando que nuestras miradas recreen visiones incompletas para comprender el espíritu y la forma velada de la experiencia estética.
Las obras de Irene Dubrovsky transitan entre lo abstracto y lo geométrico para generar juegos opticos y tridimensionales que son matemáticamente brillantes en su estetica perturbadoramente perfecta; así imposibilita la naturaleza de la obra que no puede clasificarse como pintura, ni como arte objeto ni como tapiz ni collage, ni dibujo; y sólo puede posicionarse como una gloriosa manifestación del arte contemporáneo.
Por otra parte, empleando materiales como la pintura acrílica, la madera, la tela y el papel artesanal, enuncia poéticamente la huella de la configuración natural y artificial del planeta que habitamos y transitamos; recrea las posibilidades abstractas y arquitectónicas que moldean un paisaje que puede ser redescubierto por el espectador, un espacio que es arrasado por la crisis del capitalismo y las grandes utopías geopolíticas. Mapas que reclaman cuestionarnos nuestra contemporaneidad. Así, la manera en que Dubrovsky se apropia de la información, como es el caso de las rutas áreas, denuncia y hace evidente que el sur ya no es una categoría geográfica sino una condición de comunidad. Resalta gráficamente las zonas del planeta en las que no existe comunicación área con el resto del mundo; ya sea porque se conserva como un oasis natural o evidencia que es una zona que ha sido desdeñada por las grandes economías mundiales.
Sin duda la obra de Irene Dubrovsky es un gran tejido que envuelve y vuelve a coserse, se transmuta en la invención del espectador, la invención del otro; en recordar que a través del arte podemos ser mejores seres humanos.
Octavio Avendaño Trujillo - Crítico de arte y curador




Auspicio de la SRE Mexico
Sedes de la exposición
Palacio de Egipto. Lisboa . 2014
Pere Prune Centre Arte Conteporneo. Barcelona. 2013
Mexicaanisches Kultur Center Viena. 2012
Reconstruir territorios, derribar fronteras, tejer identidades.
La obra de Irene Dubrovsky es una reconstrucción memoriosa de hechos y señales que se suman a la cartografía de lugares reales. La suya es una labor de reconstrucción de hechos que permanecen ocultos detrás de cada geografía. Si bien guardamos recuerdos dentro de nosotros que rara vez compartimos con propios o extraños, hay zonas de la memoria que nos son desconocidas y que sólo se vuelven tangibles por asociación de imágenes, sonidos y textos. Trazos de la memoria, relectura de las geografías del alma, nos propone esta artista.
A partir de su nomádica existencia Irene Dubrovsky ha estado construyendo una bitácora que es relación y huella de su recorrido. El suyo es un andar que comienza con una genealogía de migraciones que realizaron sus ancestros, procedentes de Europa Oriental y que los llevó a la Argentina. Ella continuó ese herencia de nomadismo desde que en su juventud decidió emigrar a México. Desde entonces Irene ha gestado una urdimbre de fibras, coordenadas tanto geográficas como sentimentales, con las que reinterpreta su experiencia nómada.
En esta labor de reconstrucción, que todos compartimos con ella pues somos migrantes de por vida, viajamos entre recuerdos e imaginarios, surgen espléndidos planos de papel trenzado que replantean las fronteras de la experiencia, incluso llegan a derribar esas limitantes. Las fronteras imponen retos que encumbran a quien se atreve a vencerlas. Existir implica plantearse un camino sembrado de fronteras.
La vida planteada como un viaje en el tiempo y en el espacio es un ejercicio que nos recuerda que los seres humanos no siempre vivieron ligados al lugar de su nacimiento. La idea de identidad original, de pertenencia a una tierra, ha sido en Occidente un paradigma que da origen a mitos fundacionales no siempre sanos. Los exiliados, los que han vivido el éxodo, los que migran por razones de seguridad o en búsqueda de un futuro, saben que la migración es parte constitutiva de la humanidad.
Migrar no es sólo trasladarse en el territorio, es cruzar las fronteras de la edad, de la experiencia, del conocimiento, de la seguridad y la incertidumbre. Al migrar dejamos atrás las huellas del camino, que Irene Dubrovsky, como tantos otros antes de ella, ha recogido en estos tapices de papel, que son signo y símbolo de que todo cambia. El camino es lo único que nos queda.
José Manuel Springer Ciudad de México, Agosto,2013