Un Mes Un Artista. 2019



Sobrevuelos
Su trabajo se articula en una poética de la cartografía, utilizando bancos de imágenes históricos y actuales donde confluyen su historia y su herencia migrantes para hablar de las fronteras, de su representación y de la dimensión intersubjetiva del mundo en la imagen. Sus obras delinean escrituras de estrellas, vinculan mapamundis terrestres y celestes y revisan geografías través del satélite. Las fotografías del Cosmos (de Hubble, Quick Bird etc) son transportadas a lenguajes gráficos proponiendo sistemas de codificación geométricos y recortes entre otros modos de fragmentación vsual.


Irene Dubrovsky: obras de arte para interpretar una noche estrellada
Natalia
Lomelí Bautista - https://culturacolectiva.com/arte/irene-dubrovsky-exposicion-1-mes-1-artista
En 1952, la pintora mexicana Cordelia Urueta realizó la obra abstracta Pintora de luna, en la cual plasmó en una escena tan cósmica como misteriosa la fuerza creativa femenina, capaz de originar astros y constelaciones. Ésta es representada por la figura de una mujer de pie sobre la superficie de un planeta -que podría, o no, ser la Tierra- mientras traza con un pincel la sombra de la Luna sobre el cielo estrellado. Tal como la protagonista de su obra, Urueta era una mujer espiritual cuya curiosidad por entender y cuestionar su papel en el cosmos se manifestó al representarlo gráficamente usando al color como lenguaje de lo inabarcable y de la paradoja de pertenecer y habitar un espacio que no era capaz de comprender más allá de lo que su mirada le permitía al voltear hacia el cielo.
Con ese mismo espíritu curioso que abrumaba a Urueta al pensar en la incomprensible magnitud del Universo y al tratar de entender un concepto tan abstracto como el infinito, la artista contemporánea Irene Dubrovsky conceptualiza visualmente la vertiginosa sensación de saberse tan pequeña ante la inmensidad que la rodea.
"Pienso que hay varios ejes en mi trabajo pero todos están
estructurados en torno a ciertas inquietudes mías, muy profundas, en relación a
la naturaleza de nuestra propia existencia. Preguntas que parecen muy
elementales pero nos unen: ¿dónde estamos? ¿por qué estamos? ¿cómo llegamos
aquí?".
Irene se expresa mediante el lenguaje de la geometría, como vía para estructurar un sistema de puntos en el plano, unidades que multiplica y yuxtapone en capas y capas de retículas que se reproducen en pequeñas geometrías que, a su vez, permiten descubrir otros elementos detrás. Además de la intervención pictórica de la imagen, Dubrovsky utiliza la técnica del tejido en formas circulares que se vuelven espirales, así como el uso del papel que al ser un material muy dúctil le permite trasladarse de lo bidimensional a lo tridimensional con fluidez, así como perforarlo para colocar varios niveles y manipularlo con un gesto escultórico en la técnica del origami.
"Cada material te
permite decir ciertas cosas a diferencia de otro, y pienso que además el papel
tiene toda una herencia que tiene que ver con la historia misma de la
escritura, porque la escritura nació primero en los papiros, luego se trasladó
a los pergaminos, hasta mutar a lo impreso que conocimos y ahora está en las
bibliotecas porque la escritura actual es predominantemente digital"
Así, su obra parece ser una traducción de códigos y signos lingüisticos, cuya primera referencia a la escritura es el papel. Quizá, cuenta Irene, está relación es vital en su obra porque nació en Buenos Aires, una ciudad que habitan los libros viejos. Pero más que un lenguaje, la cosmología en su obra alude a una disciplina muy concreta de la ciencia que intenta comprender el origen, la expansión y el futuro del Universo.
Un ejemplo de ello es la
serie Planeta Azul en la que interviene imágenes de las
fotografías de la Tierra tomadas por un satélite para crear pinturas que nos
demuestran que si observáramos la Tierra desde el espacio sabríamos que no es
más que un punto azul. Todas las disciplinas que desarrollamos, como la
astronomía, tienen sentido solamente desde una ubicación concreta. Nuestra idea
de la Vía Láctea, en gran medida, está determinada por nuestro ángulo, así como
cuando afirmamos cuáles son las estrellas más brillantes, la forma de las
constelaciones, o la proximidad entre una estrella y otra. Y todo lo anterior
podría ser distinto a lo que creemos, pues sólo desde nuestra localización el
mundo se ve así. ¿Y si hiciéramos mapas de la Tierra desde la
perspectiva de otros planetas?¿seríamos capaces de reconocer que hay otras
posibilidades?
"Hay diferentes maneras de ver la cartografía, porque una cosa es conocer el territorio y otra poner distancia con él y alejarlo para describirlo. ¿Cuál es nuestra relación con las cosas? ¿Es la postura de quien conoce las cosas o la de quien se involucra y vive la experiencia antes de hablar de ella?".
Entre esas posibilidades habría también una experiencia desnuda, es decir, que no está mediada por imágenes ni construcciones culturales. Por eso la obra de Irene son diagramas que pudieran representar la experiencia sintética de las cosas, apoyándose en la historia del mapa y lo que sabemos actualmente del cosmos.
Del mundo de la ciencia, Irene consulta bancos de imágenes de la NASA provenientes de los satélites que orbitan el planeta, y esa información es un código en blanco y negro que luego es reprocesado pues al ser imágenes que se capturan fuera del espectro lumínico se deben traducir de lo infrarrojo o ultravioleta a un formato que nos permita observarlas. Y esos procesos, afirma Irene, no están tan alejados de ser procesos artísticos.
En contraposición con aquella magnitud espacial, Irene se interesa también por el mundo microscópico de las imágenes. Como artista, se basa en enfoques interdisciplinarios, para poder establecer un diálogo entre una instalación plástica y equipo utilizado en investigaciones científicas reales, o al visitar un observatorio astronómico durante el proceso creativo para que sus piezas nazcan de encuentros híbridos.
En sus obras utiliza la abstracción como el lenguaje primordial, porque constituye para la artista la mejor traducción de la intensa inquietud interior del hombre ante los fenómenos. Sólo así es capaz de manifestar el nivel de misterio que acompaña las revelaciones de la ciencia en el último siglo. Su obra cruza de ida y vuelta el borde entre la abstracción, el diagrama, y un esquema para acercarse al cosmos.
Irene se cuestiona cómo utilizar los lenguajes propios de las formas geométricas, que son obsesivos y minuciosos, para generar un sistema que asemeje un código que bien pudiera ser la lectura de una noche estrellada.
En su historia biográfica, mucha de su genealogía se relaciona con las migraciones de los viajeros. Su abuelo era marinero, y la supervivencia en un barco implica una relación directa con la astronomía como herramienta para la navegación, en sistemas de radares y la observación directa del cielo. Además, Irene recuerda que en su infancia poseía una colección de guías de viajes del estilo "Cómo conocer Pompeya en tres días" y en esas guías por un lado estaban los mapas de la ciudad y luego las piezas o fragmentos más impresionantes, con fotografías que guiaban hacia su localización. Así que cuando ella empezó sus estudios artísticos, le fue inevitable establecer un vínculo directo con los viajes, y ello la condujo hacia los mapas como representación gráfica de múltiples situaciones sociales y culturales.